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martes, 26 de octubre de 2010

Un orgasmo sobre la alfombra del fracaso II

Es cierto que la figura de Koolhaas es relativamente desconocida, y es cierto también que resulta sorprendente si se tiene en cuenta el alcance de sus reflexiones teóricas y el bagaje intelectual que se esconde tras sus obras, por una parte, y la influencia (al menos a priori) que ha tenido sobre la generación de arquitectos formada entre los años 90 y principios de los 00.

Como ya describe Dani, hay un aspecto a considerar: su producción teórica incluye una crítica muy contundente hacia la sociedad en general y hacia el papel del arquitecto en particular; críticas estas que van a la raíz de la sociedad de consumo y que no dejan indiferente al que realmente lee sus textos con ánimo de comprender (y no de verse justificado).

Cabría preguntarse entonces si su la figura y obra de Koolhaas no es tanto desconocida como deliberadamente ignorada por aquéllos que huyen de la autocrítica y la complejidad, y que prefieren refugiarse en la figuración formal de la contemporaneidad y sus pliegues más literales que conceptuales.

A esto hay que añadir que, incluso en su Holanda originaria, donde su discurso fue el eje del debate durante muchos años, la aproximación que ha hecho la generación formada a su sombra ha sido principalmente formal, dando lugar a una arquitectura y un urbanismo visualmente atractivo (y exportable, despegando en Borneo-Sporemburg y aterrizando en Copenhage y Hamburgo, entre otros) pero sin excesivo trasfondo teórico.

La simple lectura rápida de dos de sus textos más breves y a la vez más arrolladores (Generic City y Junkspace) nos da idea de por qué preferimos ignorarle que aceptar sus comentarios. Es nuestro propio error -no pensamos en nada mejor que hacer. El consumo es el blanco principal de sus críticas, y con él una sociedad completamente anestesiada y deliberadamente desorientada por los poderes políticos y económicos. En sus escritos salta constantemente de la arquitectura a la política y a los comportamientos sociales: para que estos vínculos queden claros su redacción como periodista de vieja escuela no deja lugar a dudas:

El espacio basura es política: depende de la eliminación central de la capacidad crítica en nombre de la comodidad y el placer

Política, arquitectura y sociedad, conceptos relacionados incluso en la misma frase, para que no se pierda ni siquiera aquél que quiera perderse. Es por ello que el lector arquitecto se ve constantemente atacado y frecuentemente ridiculizado como cómplice del devenir urbano y arquitectónico actual, en parte por su irresponsabilidad, en parte por su torpeza:

Los arquitectos nunca han podido explicar el espacio y el espacio basura es el castigo que hemos recibido por sus mistificaciones.

En el caso español, la impermeabilidad inicial a las reflexiones y planteamientos arquitectónicos de Koolhaas se debía, en mi opinión, a un aspecto positivo que la profesión aún mantenía en la península: la compacidad en su formación como oficio, y la solidez de sus planteamientos, con una hibridación auténtica entre concepción espacial, sintaxis constructiva y realidad urbana. No obstante, no empleo el tiempo pasado por casualidad, ya que por múltiples razones que todos conocemos este prestigio del oficio se está desmoronando, si es que no lo ha hecho ya completamente. En esta debacle influye por supuesto la coyuntura externa pero también la endogamia de la que hemos sido presas. La realidad urbana y los debates arquitectónicos han discurrido por caminos tan diferentes que en este momento es difícil hacerles converger de nuevo:

“Hemos estado leyendo una nota a pie de página con el microscopio con la esperanza de que se convirtiese en una novela, nuestra preocupación por las masas nos ha cegado para la arquitectura del pueblo”

De nuevo doble impacto:

- Efectivamente, creo que es hora de que en las escuelas de arquitectura se deseche el microscopio y se mire por la ventana.

- Utilizar el término “pueblo” sin rubor es, cuanto menos, extemporáneo. Pero tal vez su sana recuperación sirva para implementar estrategias que realmente apuesten por el bien común, y nos dé respuesta a la pregunta (retórica, ¿o no?):

¿Es la humanidad la suma de 3 y 5 billones de mejoras individuales?

Jorge Moreno Fernández

Citas de Rem Koolhaas extraídas de: La ciudad genérica y Espacio basura

domingo, 3 de octubre de 2010

Un orgasmo sobre la alfombra del fracaso I

Es sorprendente lo desconocida que es la figura de Rem Koolhaas (Rotterdam,1944) fuera del panorama arquitectónico, siendo el mayor referente de los últimos treinta años en la profesión, y habiendo ganado todos los premios y cátedras inimaginables en arquitectura. Aunque en realidad es a su vez comprensible, cuando te das cuenta que entre los mismos colegas a pesar de lo frecuentemente que citan su nombre, pocos se atreven a profundizar y entender su discurso intelectual; frondoso, húmedo, flexible y fértil como una selva tropical.

Y es que realmente, no es nada fácil poder explicar la aportación que este holandés intercultural ha hecho a nuestra civilización, porque sus reflexiones y edificios rompen todos los tabúes y reglas imaginados. Para poderlo explicar y entender es necesario transformar nuestros límites morales y racionales, ni siquiera basta con moverlos, debemos cambiar los parámetros de medida. Probablemente lo más inaccesible es que requiere que suprimamos toda moralidad heredada o auto-desarrollada en las reglas de nuestra sociedad.

La palabra clave en la búsqueda de Koolhaas es LIBERTAD. Escruta lo recóndito de nuestra manera de vivir en búsqueda de la esencia más pura de nuestros actos, descartando todo lo insubstancial, lo lateral. Como un carnicero sanguinolento trincha una pieza para dejar al descubierto la columna vertebral, el haz de nervios que controlan nuestros actos. Y no le asusta lo espantoso de la escena, es más, le divierte mostrarlo como un niño juguetón mientras observa el rostro desencajado de los asistentes.

Lo más difícil de entender para todos nosotros sobre la arquitectura de Koolhaas –y su experimental despacho OMA-AMO fundado en 1975- es que el resultado estético es lo que menos le preocupa, cuando para todo el resto es lo más importante de un edificio. Su arquitectura busca perseguir un concepto, unos diagramas. Experimenta mediante el método paranoico-crítico daliniano, aceptando soluciones absolutamente estrambóticas a primera vista, pero cuando profundizas en sus propuestas, esconden una carga de profundidad que explotará en el seno estructural de nuestro sistema social.

Supera y ridiculiza todas las posturas éticas y amaneradas del discurso clásico, tomando como ejes centrales de nuestra conducta el consumismo como ejercicio, la congestión como norma, la debilidad como ética. Se mueve como pez en el agua en nuestro nuevo modelo de comunicación e interrelación social y reinventa palabras constantemente, en un acto constante de provocación y humor sarcástico, su libro Delirious New York (1978) fue el detonante de estas propuestas.

Koolhaas tambalea como un terremoto los pilares de nuestro sistema social, planteando una arquitectura y un urbanismo que cuestiona nuestra libertad y nuestra dependencia a un Matrix que nos domina. Después de tres décadas contestatarias, libros y artículos brillantes, éxitos empresariales, grandes proyectos, etc… observamos que las conclusiones son decepcionantes. Koolhaas asume impotente pero lúcido la mediocridad de una masa dominada por unos poderes fácticos, todos ellos ajenos a su condena. Y lo hace desde la perspectiva de quien se codea y forma parte de esta élite dominante.

Por supuesto que los políticos y la Mass Media ni se entera – ni quiere - de este discurso complejo y antisistema que recuerda a David Thoreau. Su latente pesimismo y sus frases prepotentes y lapidarias pasan por el cielo como una nave nodriza huyendo de un planeta epidémico. Políticos, empresarios, académicos y “gurús de la moda” se limitan a intentar ver su virtuosismo en la estética de su arquitectura, como quien intenta reconocer figuras en un cuadro abstracto, pero en realidad no ven nada. Koolhaas tiene proyectos sublimes como el Educatorum de Utrech, la CCTV en Beijing, o las tiendas de PRADA. Aunque lo más interesante que ha producido han sido la infinidad de concursos perdidos, propuestas extremadamente rompedoras para ser asumidas por nuestro sistema: Biblioteca Nacional de Francia, Centro en Agadir, Biblioteca en Jussieau, etc.

En mi opinión, Koolhaas es un crítico excesivamente transgresor para ser entendido en España, por esa razón aún no ha construido ni un sólo edificio en este país. Aun así, tampoco estoy seguro que allá donde ha construído le hayan entendido del todo, y después de su mítico libro “Espacio Basura” (2002), queda patente que las conclusiones de su búsqueda han evidenciado el fracaso de la libertad, en un sistema que no quiere que reflexionemos demasiado, no vaya a ser que bajemos de la silla a alguno bien subido, y planteemos un sistema más equitativo, justo y libre. Thomas Hobbes, Ángel González y Rem Koolhaas se pegarán unas buenas juergas etílicas en la sala VIP que compartirán en el purgatorio eterno, aquel que espera a los que realmente han buscado en el fondo y han encontrado que sólo los orgasmos –intelectuales y sexuales- son los que llenan la copita de la vida, de chupito en chupito, hasta llegar a la Wiquipedia.

Daniel Carrero Zabala

Artículo publicado en la revista AUX MAGAZINE nº44 agosto 2010