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domingo, 3 de octubre de 2010

Un orgasmo sobre la alfombra del fracaso I

Es sorprendente lo desconocida que es la figura de Rem Koolhaas (Rotterdam,1944) fuera del panorama arquitectónico, siendo el mayor referente de los últimos treinta años en la profesión, y habiendo ganado todos los premios y cátedras inimaginables en arquitectura. Aunque en realidad es a su vez comprensible, cuando te das cuenta que entre los mismos colegas a pesar de lo frecuentemente que citan su nombre, pocos se atreven a profundizar y entender su discurso intelectual; frondoso, húmedo, flexible y fértil como una selva tropical.

Y es que realmente, no es nada fácil poder explicar la aportación que este holandés intercultural ha hecho a nuestra civilización, porque sus reflexiones y edificios rompen todos los tabúes y reglas imaginados. Para poderlo explicar y entender es necesario transformar nuestros límites morales y racionales, ni siquiera basta con moverlos, debemos cambiar los parámetros de medida. Probablemente lo más inaccesible es que requiere que suprimamos toda moralidad heredada o auto-desarrollada en las reglas de nuestra sociedad.

La palabra clave en la búsqueda de Koolhaas es LIBERTAD. Escruta lo recóndito de nuestra manera de vivir en búsqueda de la esencia más pura de nuestros actos, descartando todo lo insubstancial, lo lateral. Como un carnicero sanguinolento trincha una pieza para dejar al descubierto la columna vertebral, el haz de nervios que controlan nuestros actos. Y no le asusta lo espantoso de la escena, es más, le divierte mostrarlo como un niño juguetón mientras observa el rostro desencajado de los asistentes.

Lo más difícil de entender para todos nosotros sobre la arquitectura de Koolhaas –y su experimental despacho OMA-AMO fundado en 1975- es que el resultado estético es lo que menos le preocupa, cuando para todo el resto es lo más importante de un edificio. Su arquitectura busca perseguir un concepto, unos diagramas. Experimenta mediante el método paranoico-crítico daliniano, aceptando soluciones absolutamente estrambóticas a primera vista, pero cuando profundizas en sus propuestas, esconden una carga de profundidad que explotará en el seno estructural de nuestro sistema social.

Supera y ridiculiza todas las posturas éticas y amaneradas del discurso clásico, tomando como ejes centrales de nuestra conducta el consumismo como ejercicio, la congestión como norma, la debilidad como ética. Se mueve como pez en el agua en nuestro nuevo modelo de comunicación e interrelación social y reinventa palabras constantemente, en un acto constante de provocación y humor sarcástico, su libro Delirious New York (1978) fue el detonante de estas propuestas.

Koolhaas tambalea como un terremoto los pilares de nuestro sistema social, planteando una arquitectura y un urbanismo que cuestiona nuestra libertad y nuestra dependencia a un Matrix que nos domina. Después de tres décadas contestatarias, libros y artículos brillantes, éxitos empresariales, grandes proyectos, etc… observamos que las conclusiones son decepcionantes. Koolhaas asume impotente pero lúcido la mediocridad de una masa dominada por unos poderes fácticos, todos ellos ajenos a su condena. Y lo hace desde la perspectiva de quien se codea y forma parte de esta élite dominante.

Por supuesto que los políticos y la Mass Media ni se entera – ni quiere - de este discurso complejo y antisistema que recuerda a David Thoreau. Su latente pesimismo y sus frases prepotentes y lapidarias pasan por el cielo como una nave nodriza huyendo de un planeta epidémico. Políticos, empresarios, académicos y “gurús de la moda” se limitan a intentar ver su virtuosismo en la estética de su arquitectura, como quien intenta reconocer figuras en un cuadro abstracto, pero en realidad no ven nada. Koolhaas tiene proyectos sublimes como el Educatorum de Utrech, la CCTV en Beijing, o las tiendas de PRADA. Aunque lo más interesante que ha producido han sido la infinidad de concursos perdidos, propuestas extremadamente rompedoras para ser asumidas por nuestro sistema: Biblioteca Nacional de Francia, Centro en Agadir, Biblioteca en Jussieau, etc.

En mi opinión, Koolhaas es un crítico excesivamente transgresor para ser entendido en España, por esa razón aún no ha construido ni un sólo edificio en este país. Aun así, tampoco estoy seguro que allá donde ha construído le hayan entendido del todo, y después de su mítico libro “Espacio Basura” (2002), queda patente que las conclusiones de su búsqueda han evidenciado el fracaso de la libertad, en un sistema que no quiere que reflexionemos demasiado, no vaya a ser que bajemos de la silla a alguno bien subido, y planteemos un sistema más equitativo, justo y libre. Thomas Hobbes, Ángel González y Rem Koolhaas se pegarán unas buenas juergas etílicas en la sala VIP que compartirán en el purgatorio eterno, aquel que espera a los que realmente han buscado en el fondo y han encontrado que sólo los orgasmos –intelectuales y sexuales- son los que llenan la copita de la vida, de chupito en chupito, hasta llegar a la Wiquipedia.

Daniel Carrero Zabala

Artículo publicado en la revista AUX MAGAZINE nº44 agosto 2010

1 comentario:

  1. Toda reflexión sobre la figura de Rem Koolhaas es poca teniendo en cuenta el alcance de las críticas del personaje. Me gustaría incorporar algunas citas textuales que reflejan claramente lo que mencionas en el artículo, y tratar de dar una breve respuesta concreta de por qué su figura pasa sin pena ni gloria por el panorama arquitectónico español.

    ¡Con tu permiso te tomaré prestado el título y lo publicaré a modo de secuela!

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