GO_blog es el espacio concebido como lugar de encuentro, debate e intercambio, foro abierto del laboratorio de ideas de GO_to en relación a los conceptos que condicionan la actualidad y sobre todo a aquellos que la trascienden.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Infodiversidad ecosistémica y desarrollo sostenible

Abstract de la ponencia de GO_to para el seminario "Miradas para un Cambio de Paradigma" organizado por el Grupo Arquitectura y Pensamiento en la ETSA de Valencia los días 11, 12 y 13 de Noviembre.

Desde que se formulara por primera vez el término de Desarrollo Sostenible en el informe Brundtland, la sostenibilidad ha derivado principalmente hacia una etiqueta comercial de casi cualquier producto, actuación o iniciativa política. Sin embargo, a pesar de tratarse de un concepto verdaderamente paradigmático de nuestra época, planteando por vez primera la toma de conciencia solidaria no sólo en el momento presente sino con proyección de futuro, su aplicación sesgada en ámbitos independientes hace que el término comience a desdibujarse y su significado se desvirtúe.
Apostemos por un entendimiento global del concepto de sostenibilidad, aunque ello conlleve cierto grado de utopía. En cualquier caso, que el concepto sea global no quiere decir que los resultados sean únicos o generalizables; quiere decir que en los procesos proyectuales y de análisis ha de intervenir una serie de factores que hará de éste un proceso complejo y transdisciplinar. Sería imprescindible usar el adjetivo sostenible sin limitarlo al apartado ambiental, incorporando los aspectos sociales y culturales de la actividad humana, en una concepción holística que valore el todo, las partes y su interdependencia, trascendiendo la manera de entender la relación del hombre con la naturaleza tanto romántica como maquinista.
Centrándonos en el quehacer arquitectónico, estas cuestiones resultan especialmente relevantes al tratar el desarrollo sostenible en arquitectura como generación de escenarios para las actividades sociales. La especie humana presenta un comportamiento profundamente social que ha desarrollado un grado de complejidad muy alto en sus inter-relaciones. Las necesidades humanas se satisfacen mediante una amplia serie de procesos y transacciones de altísima sofisticación. Como base de la actividad social, el ser humano ha construido escenarios reales y virtuales de intercambio. Cuanto mayor es el intercambio, mayor grado de progreso alcanza esa sociedad. Además, estos escenarios han sido garantía de progreso no sólo por albergar transacciones premeditadas, sino por dar oportunidad al encuentro fortuito: este hallazgo casual que pueda llevar a un avance notable en la trayectoria de un individuo o de una comunidad es lo que denominaríamos serendipia, presente, pongamos como ejemplo, en el espacio público de la ciudad mediterránea. Este concepto, depende estrechamente de los bits de información que existan en ese entorno y de la capacidad de activación de redes que presente el objeto proyectual, es decir, de su infodiversidad. Esta concepción de los asentamientos humanos como tejidos de información es análoga al funcionamiento de la biodiversidad: cuanto más rico el ecosistema, más nivel de información genético e intercambio material y energético.
El paradigma no es nuevo: lleva formulado más de dos décadas. La metodología sí lo es: la recuperación del método científico para cuantificar el impacto material e informativo de las acciones constructivas en el tejido urbano y social en el que se implanta, con vistas a un verdadero desarrollo sostenible de los ecosistemas.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Notas: Sostenibilidad y perspectiva holística

El informe “Nuestro futuro común” coordinado por Gro Harlem Brundtland y presentado en octubre de 1984 en la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (World Commission on Environment and Development) introduce por primera vez el término Desarrollo Sostenible, como aquél que debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.

Tanto la definición principal como los objetivos socioeconómicos desarrollados en su agenda estaban marcados por un decidido enfoque omnicomprensivo, abarcando muy distintos ámbitos y entendiéndolos como indisolublemente relacionados.

Este enfoque ha llevado a autores posteriores a proponer las políticas de sostenibilidad siempre bajo la óptica holística, especialmente en los ámbitos de la arquitectura y el medio ambiente.


El término Holista proviene del griego ὅλος [holos] que significa todo, entero, total, y es definido por la RAE como Doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen. Fue empleado como tal por primera vez en 1927 por el general J.C. Smuts para designar, en términos biológicos, la tendencia del universo a construir unidades de creciente complejidad: materia inerte, materia viva, materia viva y pensante. Ya en 1968, Koestler adoptó la idea para definir el Holón, sistema que es un todo en sí mismo y a su vez parte de un sistema mayor. El término y las características de su enfoque han sido posteriormente adoptados por las matemáticas y la física (por ejemplo, en la teoría de sistemas) y por la antropología, centrándolo esta última en el análisis complejo de las estructuras sociales humanas.

La asunción de esta perspectiva resulta extremadamente positiva para las ciencias medioambientales, que de este modo son capaces de distanciarse de la postura clásica de descomposición y medida de las partes para su estudio aislado, y reforzando el valor de las interacciones. Pero, como hemos visto, el desarrollo sostenible no abarca únicamente los parámetros medioambientales sino también –y tal vez principalmente- los económicos y sociales. Es en este sentido, en la interacción de factores energía, medioambiente y sociedad, en el que la vinculación del concepto de sostenibilidad a la perspectiva holística necesita ser matizada, para no escorarse hacia planteamientos metafísicos que entren en conflicto con el método científico.

Este matiz afecta a dos planteamientos relacionados: por una parte los principios del propio enfoque holístico, por otra el binomio hombre/naturaleza, aunque podríamos decir que el segundo está incluido en el primero.

La diversidad en el enfoque holístico

Siguiendo la clasificación propuesta por Marvin Harris, el primer enfoque es el holismo metodólogico, fundamentado en tres principios:

-El todo es más que la suma de sus partes y no puede reducirse a ellas

-El todo determina la naturaleza de sus partes

-Las partes no pueden comprenderse si se estudian con independencia del todo

Éste es el enfoque holístico fundamental, basado sobre todo en el principio de Aristóteles expresado en su Metafísica de que El todo es mayor que la suma de sus partes. Tiene como dificultad precisamente este mismo principio, que requiere una visión metafísica del todo un tanto inaprensible que hace difícil la aplicación del método científico.

Como virtud tiene, del mismo modo, ese principio:

A nivel sociológico, en contra de los posicionamientos de individualismo metodológico: las entidades supraindividuales (organizaciones y vínculos socioculturales) existen y son relevantes porque, a pesar de no tener presencia física, sobreviven generaciones pese a la muerte de todos los individuos que la componen en un determinado momento: trascienden la existencia en la mente de los individuos por separado; están por encima de ellos.

A nivel físico y matemático, permite elaborar una teoría de sistemas (u holones) capaz de dar respuesta a problemas que ni las teorías de átomos (elementos) o números simples podían resolver.

El segundo enfoque a considerar sería el holismo funcionalista, que hace hincapié en la relación orgánica o funcional entre las partes y las partes, las partes y el todo.

Su punto débil radica en la analogía entre la sociedad y el organismo vivo: en las sociedades, determinadas partes pueden llegar a presentar conflictos de intereses dando lugar a nuevos ordenamientos sociales y culturales, algo que en los organismos no suele suceder.

Sin embargo, el holismo funcionalista aporta los matices que realmente necesitan la antropo-sociología y las teorías de desarrollo sostenible: la reciprocidad de las relaciones; equivale, si se me permite la licencia, a incluir un “y viceversa” a cada principio del holismo metodológico.

Concluyendo, y sin querer contradecir a Aristóteles (intuyo que eso no me llevaría a ninguna parte) propondremos lo que Harris denomina holismo procesual como el planteamiento equilibrado que puede servir de base al desarrollo sostenible, ampliando un enfoque ominicomprensivo centrándose en la metodología como herramienta de comprensión, incorporando métodos multidisciplinares y comparativos para poner a prueba hipótesis generales.

Cuando Ken Yeang afirma que “El proyecto ecológico debe ser medioambientalmente holista” para estudiar las interacciones entre los ciclos de energía, materia y funcionalidad que operan en la práctica arquitectónica, debemos entender que procesualmente dicho enfoque holístico permite analizar la realidad y ubicar al hombre en su entorno mediante un análisis de las relaciones del todo y las partes, y de las partes entre ellas, tomando en consideración el mayor número de factores, y considerando incluso aquellas entidades supraindividuales de carácter sociocultural.

La disolución del binomio hombre/naturaleza

El cambio de una perspectiva clásica o reduccionista a una holística conlleva, ya sea como causa o como consecuencia, una reformulación de la relación del hombre con la naturaleza. La visión de la naturaleza como concepto depende del imaginario propio de cada época y este, a su vez, de la coyuntura científica, técnica, social y filosófica, que puede dar lugar a una o varias concepciones simultáneas (e incluso contradictorias). Además, la imagen que el hombre tiene de la naturaleza ha influido históricamente en la ciencia, el arte y la vida social.

Para afrontar de un modo consciente y eficaz el reto complejo que supone el desarrollo sostenible, y si queremos abordarlo en su globalidad, hay que cuestionar las dos visiones clásicas de la naturaleza: que podríamos denominar romántica y racionalista.

El binomio hombre/naturaleza romántico plantea una Naturaleza Mágica como organismo vivo y consciente. Su postulado fundamental es la interdependecia universal, y así la naturaleza no se puede concebir fuera de sus relaciones con el hombre. El planteamiento se encuentra peligrosamente cerca de una aproximación superficial y esotérica al holismo metodológico, razón por la cual hemos procedido a matizarlo previamente.

El binomio hombre/naturaleza racionalista se basa en el postulado mecanicista con sus orígenes en la Ilustración y su principal desarrollo en los siglos XIX y XX, defendiendo la posibilidad de conocimiento y disección de la naturaleza en sus partes por medio de la ciencia, capaz de conquistarla y dominarla mediante el método científico. Concibe la naturaleza de un modo ajeno e independiente al hombre. Esta corriente es la base del pensamiento actual, si bien ha sido gravemente cuestionada por la física cuántica.

En las políticas y proyectos sostenibles, como enfoques holísticos, ya no resultan adecuados planteamientos de “protección de la naturaleza” o “respeto al medio ambiente” porque implican una distancia entre hombre y naturaleza que ahora sabemos que no existe; la protección ha de ser el correcto engranaje del juego de interacciones general, el respeto es a nuestro mismo papel como piezas del sistema y a la vez sistemas. Sólo de esta forma se pueden estudiar con responsabilidad y sin prejuicios la complejidad de nuestros flujos de materia, energía e información, en sistemas encadenados desde la sociedad a la biosfera.

En palabras de Edgar Morin: “lo que nosotros llamamos la Naturaleza […] no es más que esta extraordinaria solidaridad de sistemas encabalgados edificándose los unos sobre los otros, por los otros, con los otros, contra los otros: la Naturaleza son los sistemas de sistemas, en rosario, en racimos, en pólipos, en matorrales, en archipiélagos”

Jorge Moreno Fernández I Sergio Villalobos Cué

Reflexiones sobre:
Morin, Edgar El Método I La naturaleza de la Naturaleza
Harris, Marvin Teorías sobre la cultura en la era posmoderna
Basarab, Nicolescu Transdisciplina: Manifiesto
Yeang, Ken El Rascacielos ecológico

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Notas: Crisis Energética y Materialismo Cultural

El cambio de modelo energético es algo que figura en los titulares de la actualidad desde hace al menos dos décadas, y que ha comprendido la adopción de numerosas políticas a nivel local e internacional por parte de gobiernos y organismos internacionales. Sin embargo, la complejidad de alcances y vínculos y la sobreabundancia de análisis prospectivos, a menudo contrapuestos, hace que resulte extremadamente complicado sacar conclusiones sobre la evolución real de este cambio y las razones que lo impulsan.

El materialismo como enfoque práctico

Como fenómeno que afecta de raíz a las condiciones socioculturales, y su esencia fundamental, siendo la energía la fuente indispensable para la actividad humana en las civilizaciones avanzadas contemporáneas, tal vez fuera útil aplicar un enfoque científico materialista para comprender la situación actual y la posible evolución de la crisis.

Para ello trascenderemos la concepción histórica del materialismo clásico para adoptar el enfoque de materialismo cultural elaborado por el antropólogo estadounidense Marvin Harris (1927-2001) En palabras de su propio creador, el materialismo cultural es una línea de investigación científica procesualmente holística. Su cuestión principal es dilucidar si el objeto de estudio o el conflicto o cambio afecta a la infraestructura o a algún otro sector del sistema, definiendo y matizando los conceptos del materialismo clásico:

Infraestructura: base material de la sociedad, que incluye las fuerzas productivas y las relaciones de producción, con las variables demográficas, económicas, tecnológicas y sociales.

Estructura: características organizativas que constituyen la economía nacional y política.

Superestructura: sector simbólico o ideacional

El principio teórico básico de esta teoría sería la primacía de la infraestructura: expone que los procesos productivos y reproductivos que sustentan la salud y el bienestar y satisfacen necesidades básicas tienen prioridad; siempre se admitirán innovaciones que aumenten la eficiencia aunque contradigan principios estructurales y supraestructurales. Por el contrario, cambios estructurales o supraestructurales que no promuevan la eficacia de la producción serán desestimados o recibidos con gran resistencia por su disfuncionalidad.

La crisis energética

Una vez definidos los términos generales del materialismo cultural que servirán como herramientas de análisis, conviene aceptar qué hipótesis (de entre las muchas existentes) aceptamos como válidas a la hora de esbozar el escenario energético, resumiéndolas en tres:

Los combustibles fósiles han sido la principal fuente de energía en la evolución industrial y social de los dos últimos siglos. Su consumo ha seguido una curva ascendente, mientras que su producción, que alcanzó el máximo en torno a 2005, está en vías de reducirse hasta adoptar una curva descendente. Esta curva es, incluso en los países productores, horizontalmente simétrica a la curva ascendente de demanda, cruzándose según las estimaciones entorno a 2040, que sería la fecha en que la media de países productores extraerían combustible fósil sólo para consumo propio, y quedaría reducida al mínimo su disponibilidad para el resto de consumidores.

La estimación inicial de disponibilidad de combustibles fósiles seguía una campana invertida conocida como curva de Hubbert con el máximo ubicado en 2010 que anunciaba un descenso relativamente suave y no traumático, equivalente a su ascenso, y que cubriría todo el presente siglo, dando tiempo a las fuentes de energía alternativas a desarrollarse hasta estar en condiciones de sustitución. Sin embargo, esta curva recogía la producción bruta. Si tenemos en cuenta el coste energético que supone la propia generación de energía, y consideramos que ésta va en aumento precisamente por las dificultades técnicas que conllevan su escasez, obtenemos un descenso de la disponibilidad neta asimétrico y mucho más acusado, alcanzando ya en 2030 los niveles equivalentes a 1900.

La consideración anterior nos lleva a adoptar el criterio comparativo fundamental: la Tasa de Retorno Energético TRE (en inglés EROEI: Energy Returned On Energy Invested). La TRE del petróleo ha descendido de TRE=100 en 1940 hasta TRE=8 en la actualidad. Las energías renovables se sitúan entre TRE=5-20 para eólica y TRE=1,5-10 para la fotovoltaica, por citar dos de los ejemplos más conocidos, mientras que los combustibles derivados del ethanol se encuentran todavía por debajo de la unidad, es decir, se consume más energía en su producción que la propia energía que generan. El límite estimado para mantener el nivel de civilización actual se ubica (con toda reserva) en TRE=3, es decir, por encima de muchas fuentes de energía y peligrosamente cerca de la evolución de aquéllas fuentes que son estructurales.

Tan sólo estas tres consideraciones, lejos de posicionamientos medioambientales, nos llevan claramente a definir el período actual como período de crisis en los sentidos de RAE 2. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales y RAE 3. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.

El enfoque materialista

La energía es un factor claramente correspondiente a la infraestructura, ya que determina completamente los modelos de producción y los niveles tecnológicos y materiales de la sociedad: en este sentido, y cumpliendo el principio de primacía de la infraestructura, determina y condiciona también los modelos políticos y económicos (estructura) y finalmente, en las sociedades del primer mundo, permite ciertos desarrollos sociales y culturales (superestructura).

Si damos por buenas las hipótesis planteadas, podemos afirmar que, en términos de materialismo cultural, asistimos a un cambio en la infraestructura, en el caso de que unas fuentes de energía se vayan reemplazando por otras, o incluso a la posibilidad de que se produzca un cambio brusco o catástrofe, en el caso de que la transición no se lleve a cabo a tiempo.

Es evidente que en los últimos años se han hecho avances notables en la implantación de las energías alternativas. Sin embargo, su posición marginal nos confirma que seguimos en un modelo energético basado en el combustible fósil; o lo que es peor, que mantenemos un nivel de civilización que únicamente es viable si se basa en el combustible fósil.

Preguntémonos ahora de dónde provienen los tibios cambios que han hecho extenderse las energías alternativas. Se trataría de:

- Cambios en la superestructura: de nivel ideológico, probablemente fueron los primeros en aparecer, ligados al pensamiento ecológico, una mayor concienciación medioambiental y una apuesta por la protección de la naturaleza más emocional que práctica. Tienen como consecuencia la oposición a la contaminación (ligada en este caso a los combustibles fósiles) y la idealización de las energías renovables.

- Cambios en la estructura: desde los sistemas de organización política, la legislación impone fracciones de energía a cubrir obligatoriamente por energías limpias y elabora una serie de subvenciones y penalizaciones. Estas innovaciones tienen dos orígenes: la presión que ejerce la superestructura (la concienciación de los votantes, que exigen una posición de respeto al medio) y los tambaleos previos de la infraestructura (el riesgo de la dependencia energética que se advirtió en la primera crisis del petróleo, hace tres décadas)

Es importante preguntarse por qué, si se han realizado suficientes innovaciones técnicas, estructurales y superestructurales, sigue ofreciendo la infraestructura una resistencia tan grande al cambio de modelo energético, poniendo en riesgo incluso la estabilidad de la civilización (tal como la conocemos) a medio plazo.

Siguiendo el enfoque de materialismo cultural, creo que puede explicarse según tres argumentos principales:

- A nivel de estructura y superestructura, no se ha alcanzado el suficiente nivel de concienciación colectiva como para adoptar las modificaciones en los hábitos de consumo y costumbres sociales que nos permitan hacer viable el paso de un modelo a otro.

- En la propia infraestructura, las energías alternativas no han alcanzado todavía con claridad el nivel de eficiencia que las perfile como alternativa viable al sistema de producción (viable en el sentido de mantener los actuales hábitos de consumo, por supuesto) y, por tanto, económicamente lucrativas.

- La última pero tal vez principal razón sólo puede explicarse en los términos que usa el mismo Harris: no todo está determinado por la infraestructura como ente: es una abstracción, ya que finalmente son personas o colectivos de personas los que promueven o rechazan dichas innovaciones en función de que aporten eficiencia a la producción y por tanto, a sus propios intereses. La “eficiencia” depende, por supuesto, de a quién beneficia, y qué colectivo o grupo está en mejores condiciones de defender sus intereses relativos. Esta situación es la que desvela con más claridad la disfuncionalidad del sistema actual: los grupos a los que interesa mantener el sistema de producción de energía antiguo se encuentran todavía en una posición de poder que se extiende de infraestructura a estructura, desde la producción a la política. Su posición de poder es suficiente para defender sus intereses ralentizando un cambio que es ya de por sí delicado y que incluyes altas dosis de incertidumbre. La asimetría total entre los beneficios puntuales del grupo y las posibles consecuencias generales agravan esta disfuncionalidad.

Como apunta Nicole Foss, probablemente se recuerde la época actual como la Era del Hidrocarburo, que comprenderá apenas 200 años en la historia de la humanidad. Un intervalo breve pero muy significante, sobre todo porque su último cuarto es justo la época que nos ha tocado vivir.

Jorge Moreno Fernández

reflexiones sobre:

Harris, Marvin. El materialismo cultural
Harris, Marvin. Teorías sobre la cultura en la era posmoderna
Foss, Nicole. A century of challenges


martes, 26 de octubre de 2010

Un orgasmo sobre la alfombra del fracaso II

Es cierto que la figura de Koolhaas es relativamente desconocida, y es cierto también que resulta sorprendente si se tiene en cuenta el alcance de sus reflexiones teóricas y el bagaje intelectual que se esconde tras sus obras, por una parte, y la influencia (al menos a priori) que ha tenido sobre la generación de arquitectos formada entre los años 90 y principios de los 00.

Como ya describe Dani, hay un aspecto a considerar: su producción teórica incluye una crítica muy contundente hacia la sociedad en general y hacia el papel del arquitecto en particular; críticas estas que van a la raíz de la sociedad de consumo y que no dejan indiferente al que realmente lee sus textos con ánimo de comprender (y no de verse justificado).

Cabría preguntarse entonces si su la figura y obra de Koolhaas no es tanto desconocida como deliberadamente ignorada por aquéllos que huyen de la autocrítica y la complejidad, y que prefieren refugiarse en la figuración formal de la contemporaneidad y sus pliegues más literales que conceptuales.

A esto hay que añadir que, incluso en su Holanda originaria, donde su discurso fue el eje del debate durante muchos años, la aproximación que ha hecho la generación formada a su sombra ha sido principalmente formal, dando lugar a una arquitectura y un urbanismo visualmente atractivo (y exportable, despegando en Borneo-Sporemburg y aterrizando en Copenhage y Hamburgo, entre otros) pero sin excesivo trasfondo teórico.

La simple lectura rápida de dos de sus textos más breves y a la vez más arrolladores (Generic City y Junkspace) nos da idea de por qué preferimos ignorarle que aceptar sus comentarios. Es nuestro propio error -no pensamos en nada mejor que hacer. El consumo es el blanco principal de sus críticas, y con él una sociedad completamente anestesiada y deliberadamente desorientada por los poderes políticos y económicos. En sus escritos salta constantemente de la arquitectura a la política y a los comportamientos sociales: para que estos vínculos queden claros su redacción como periodista de vieja escuela no deja lugar a dudas:

El espacio basura es política: depende de la eliminación central de la capacidad crítica en nombre de la comodidad y el placer

Política, arquitectura y sociedad, conceptos relacionados incluso en la misma frase, para que no se pierda ni siquiera aquél que quiera perderse. Es por ello que el lector arquitecto se ve constantemente atacado y frecuentemente ridiculizado como cómplice del devenir urbano y arquitectónico actual, en parte por su irresponsabilidad, en parte por su torpeza:

Los arquitectos nunca han podido explicar el espacio y el espacio basura es el castigo que hemos recibido por sus mistificaciones.

En el caso español, la impermeabilidad inicial a las reflexiones y planteamientos arquitectónicos de Koolhaas se debía, en mi opinión, a un aspecto positivo que la profesión aún mantenía en la península: la compacidad en su formación como oficio, y la solidez de sus planteamientos, con una hibridación auténtica entre concepción espacial, sintaxis constructiva y realidad urbana. No obstante, no empleo el tiempo pasado por casualidad, ya que por múltiples razones que todos conocemos este prestigio del oficio se está desmoronando, si es que no lo ha hecho ya completamente. En esta debacle influye por supuesto la coyuntura externa pero también la endogamia de la que hemos sido presas. La realidad urbana y los debates arquitectónicos han discurrido por caminos tan diferentes que en este momento es difícil hacerles converger de nuevo:

“Hemos estado leyendo una nota a pie de página con el microscopio con la esperanza de que se convirtiese en una novela, nuestra preocupación por las masas nos ha cegado para la arquitectura del pueblo”

De nuevo doble impacto:

- Efectivamente, creo que es hora de que en las escuelas de arquitectura se deseche el microscopio y se mire por la ventana.

- Utilizar el término “pueblo” sin rubor es, cuanto menos, extemporáneo. Pero tal vez su sana recuperación sirva para implementar estrategias que realmente apuesten por el bien común, y nos dé respuesta a la pregunta (retórica, ¿o no?):

¿Es la humanidad la suma de 3 y 5 billones de mejoras individuales?

Jorge Moreno Fernández

Citas de Rem Koolhaas extraídas de: La ciudad genérica y Espacio basura