
En junio pasado la edición del 40 aniversario del festival de Glastonbury (Worthy Farm, Pilton, Somerset, Inglaterra) sin duda cumplió con sus expectativas en cuanto a oferta musical y artística se refiere. Alrededor de 170,000 personas durante poco más de 5 días se dieron cita dentro de los 3,6 Km2 que tiene en su haber el Worthy Farm.
La oferta del festival no se limitó únicamente a la incorporación de bandas y músicos de diversos géneros y de talla internacional. Michael y Emily Eavis – organizadores de dicho festival- no quisieron dejar a un lado temas de preocupación mundial: pobreza, comercio justo y cambio climático. A través de diferentes campañas y actividades buscaron generar conciencia dentro de sus asistentes. Dentro de algunas de las más destacadas se encuentran:
- Escenarios alimentados por energía solar.
Sin duda el ingrediente principal del festival es la música. Centenares de bandas en alrededor de 45 escenarios comprende la oferta musical del festival. A pesar de dicho protagonismo, es poco comentado los altos costos ambientales que implican el transporte y la alimentación energética de los sofisticados sistemas de sonido, iluminación y escenarios que llegan a presentar gran cantidad las bandas que conforman el festival.
Sin embaro muchos grupos musicales mostraron que no hace falta poseer una superproducción para la ejecución de sus actos y demostrar una calidad alta en su repertorio. La presencia de diferentes escenarios alimentados por sistemas de energía solar fue algo digno a destacar. No sólo se trataba de carpas con escenarios fijos alimentados por el “Astro Rey”, ya que también podía uno apreciar diferentes grupos musicales alimentando sus instrumentos con sistemas móviles de celdas fotovoltaicas.
- Greenfutures: Taller de permacultura.
El calentamiento global y la búsqueda de un mundo más ecológico, justo y sostenible fue lo que el espacio Greenfutures expuso en sus diferentes kioscos, pabellones y espacios. Un cine operando con energía solar, un pabellón de Greenpeace con una cubierta verde (y cuyos vegetales se regalaron a las personas al final del festival) y la venta de ropa de segunda mano y muebles hechos con materiales reciclados son algunos ejemplos de lo que uno podía encontrar.
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