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jueves, 4 de noviembre de 2010

Notas: Sostenibilidad y perspectiva holística

El informe “Nuestro futuro común” coordinado por Gro Harlem Brundtland y presentado en octubre de 1984 en la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (World Commission on Environment and Development) introduce por primera vez el término Desarrollo Sostenible, como aquél que debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.

Tanto la definición principal como los objetivos socioeconómicos desarrollados en su agenda estaban marcados por un decidido enfoque omnicomprensivo, abarcando muy distintos ámbitos y entendiéndolos como indisolublemente relacionados.

Este enfoque ha llevado a autores posteriores a proponer las políticas de sostenibilidad siempre bajo la óptica holística, especialmente en los ámbitos de la arquitectura y el medio ambiente.


El término Holista proviene del griego ὅλος [holos] que significa todo, entero, total, y es definido por la RAE como Doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen. Fue empleado como tal por primera vez en 1927 por el general J.C. Smuts para designar, en términos biológicos, la tendencia del universo a construir unidades de creciente complejidad: materia inerte, materia viva, materia viva y pensante. Ya en 1968, Koestler adoptó la idea para definir el Holón, sistema que es un todo en sí mismo y a su vez parte de un sistema mayor. El término y las características de su enfoque han sido posteriormente adoptados por las matemáticas y la física (por ejemplo, en la teoría de sistemas) y por la antropología, centrándolo esta última en el análisis complejo de las estructuras sociales humanas.

La asunción de esta perspectiva resulta extremadamente positiva para las ciencias medioambientales, que de este modo son capaces de distanciarse de la postura clásica de descomposición y medida de las partes para su estudio aislado, y reforzando el valor de las interacciones. Pero, como hemos visto, el desarrollo sostenible no abarca únicamente los parámetros medioambientales sino también –y tal vez principalmente- los económicos y sociales. Es en este sentido, en la interacción de factores energía, medioambiente y sociedad, en el que la vinculación del concepto de sostenibilidad a la perspectiva holística necesita ser matizada, para no escorarse hacia planteamientos metafísicos que entren en conflicto con el método científico.

Este matiz afecta a dos planteamientos relacionados: por una parte los principios del propio enfoque holístico, por otra el binomio hombre/naturaleza, aunque podríamos decir que el segundo está incluido en el primero.

La diversidad en el enfoque holístico

Siguiendo la clasificación propuesta por Marvin Harris, el primer enfoque es el holismo metodólogico, fundamentado en tres principios:

-El todo es más que la suma de sus partes y no puede reducirse a ellas

-El todo determina la naturaleza de sus partes

-Las partes no pueden comprenderse si se estudian con independencia del todo

Éste es el enfoque holístico fundamental, basado sobre todo en el principio de Aristóteles expresado en su Metafísica de que El todo es mayor que la suma de sus partes. Tiene como dificultad precisamente este mismo principio, que requiere una visión metafísica del todo un tanto inaprensible que hace difícil la aplicación del método científico.

Como virtud tiene, del mismo modo, ese principio:

A nivel sociológico, en contra de los posicionamientos de individualismo metodológico: las entidades supraindividuales (organizaciones y vínculos socioculturales) existen y son relevantes porque, a pesar de no tener presencia física, sobreviven generaciones pese a la muerte de todos los individuos que la componen en un determinado momento: trascienden la existencia en la mente de los individuos por separado; están por encima de ellos.

A nivel físico y matemático, permite elaborar una teoría de sistemas (u holones) capaz de dar respuesta a problemas que ni las teorías de átomos (elementos) o números simples podían resolver.

El segundo enfoque a considerar sería el holismo funcionalista, que hace hincapié en la relación orgánica o funcional entre las partes y las partes, las partes y el todo.

Su punto débil radica en la analogía entre la sociedad y el organismo vivo: en las sociedades, determinadas partes pueden llegar a presentar conflictos de intereses dando lugar a nuevos ordenamientos sociales y culturales, algo que en los organismos no suele suceder.

Sin embargo, el holismo funcionalista aporta los matices que realmente necesitan la antropo-sociología y las teorías de desarrollo sostenible: la reciprocidad de las relaciones; equivale, si se me permite la licencia, a incluir un “y viceversa” a cada principio del holismo metodológico.

Concluyendo, y sin querer contradecir a Aristóteles (intuyo que eso no me llevaría a ninguna parte) propondremos lo que Harris denomina holismo procesual como el planteamiento equilibrado que puede servir de base al desarrollo sostenible, ampliando un enfoque ominicomprensivo centrándose en la metodología como herramienta de comprensión, incorporando métodos multidisciplinares y comparativos para poner a prueba hipótesis generales.

Cuando Ken Yeang afirma que “El proyecto ecológico debe ser medioambientalmente holista” para estudiar las interacciones entre los ciclos de energía, materia y funcionalidad que operan en la práctica arquitectónica, debemos entender que procesualmente dicho enfoque holístico permite analizar la realidad y ubicar al hombre en su entorno mediante un análisis de las relaciones del todo y las partes, y de las partes entre ellas, tomando en consideración el mayor número de factores, y considerando incluso aquellas entidades supraindividuales de carácter sociocultural.

La disolución del binomio hombre/naturaleza

El cambio de una perspectiva clásica o reduccionista a una holística conlleva, ya sea como causa o como consecuencia, una reformulación de la relación del hombre con la naturaleza. La visión de la naturaleza como concepto depende del imaginario propio de cada época y este, a su vez, de la coyuntura científica, técnica, social y filosófica, que puede dar lugar a una o varias concepciones simultáneas (e incluso contradictorias). Además, la imagen que el hombre tiene de la naturaleza ha influido históricamente en la ciencia, el arte y la vida social.

Para afrontar de un modo consciente y eficaz el reto complejo que supone el desarrollo sostenible, y si queremos abordarlo en su globalidad, hay que cuestionar las dos visiones clásicas de la naturaleza: que podríamos denominar romántica y racionalista.

El binomio hombre/naturaleza romántico plantea una Naturaleza Mágica como organismo vivo y consciente. Su postulado fundamental es la interdependecia universal, y así la naturaleza no se puede concebir fuera de sus relaciones con el hombre. El planteamiento se encuentra peligrosamente cerca de una aproximación superficial y esotérica al holismo metodológico, razón por la cual hemos procedido a matizarlo previamente.

El binomio hombre/naturaleza racionalista se basa en el postulado mecanicista con sus orígenes en la Ilustración y su principal desarrollo en los siglos XIX y XX, defendiendo la posibilidad de conocimiento y disección de la naturaleza en sus partes por medio de la ciencia, capaz de conquistarla y dominarla mediante el método científico. Concibe la naturaleza de un modo ajeno e independiente al hombre. Esta corriente es la base del pensamiento actual, si bien ha sido gravemente cuestionada por la física cuántica.

En las políticas y proyectos sostenibles, como enfoques holísticos, ya no resultan adecuados planteamientos de “protección de la naturaleza” o “respeto al medio ambiente” porque implican una distancia entre hombre y naturaleza que ahora sabemos que no existe; la protección ha de ser el correcto engranaje del juego de interacciones general, el respeto es a nuestro mismo papel como piezas del sistema y a la vez sistemas. Sólo de esta forma se pueden estudiar con responsabilidad y sin prejuicios la complejidad de nuestros flujos de materia, energía e información, en sistemas encadenados desde la sociedad a la biosfera.

En palabras de Edgar Morin: “lo que nosotros llamamos la Naturaleza […] no es más que esta extraordinaria solidaridad de sistemas encabalgados edificándose los unos sobre los otros, por los otros, con los otros, contra los otros: la Naturaleza son los sistemas de sistemas, en rosario, en racimos, en pólipos, en matorrales, en archipiélagos”

Jorge Moreno Fernández I Sergio Villalobos Cué

Reflexiones sobre:
Morin, Edgar El Método I La naturaleza de la Naturaleza
Harris, Marvin Teorías sobre la cultura en la era posmoderna
Basarab, Nicolescu Transdisciplina: Manifiesto
Yeang, Ken El Rascacielos ecológico

3 comentarios:

  1. Te había escrito un comentario muy elaborado, pero mi conexión ha fallado y se ha perdido. Te lo comentaré en persona.

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  2. La "Falacia naturalista" según el pensamiento Kantiano sería la clave de tu comentario perdido, según hablamos ayer en persona.

    Creo que he detectado alguna forma de redacción que puede dar a entender eso, aunque mi intención era justamente la contraria.

    ¡Intentaré corregirlo en breve!

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  3. Te informé mal. Aunque Kant trabaja sobre la imposibilidad de pasar del es al debe ser, es Hume su inspirador.

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